plato frío, desconfianza negra con porotos

listo
la comida podrida está en un plato, servida para la muerte, la tristeza... el deprehensum pabularium, el control de nuestras almas, la esclavitud de los cuerpos
ella te muestra su carne deforme, sus vicios y negaciones, autoinflinjidos brotes dedolor
ante la incapacidad de alguna otra cosa, no puede su ineptitud para el espíritu dejarse ser
obscena es su imposición, que teme la poesía y la música... y nada ni nadie puede ser
excepto prendida a mis venas, colgada de mis ojos, encarnizada en mis huesos, viviendo el horror a través de mi suplicio, al que no me rendiría jamás si no fuera por una horrible debilidad de espíritu que he adquirido, pues no recuerdo haberla padecido toda mi existencia, como esos que no conocen otra circunstancia que aquella que han vivido, digo, como una rarísima enfermedad, tan rara como el futuro.
No me quejo pero vosotros, nihilistas, sabed que no soy un ser fuerte, ni una voluntad inextrincable, me armo y me rearmo a medida que me disuelvo, pero puedo comerme uno de vuestros festines de odio y sangre, el temor y la culpa siempre invadirán nuestros adentros intestinos, y así tan solo lo que está más profundo, perdido entre la bruma abrumadora mas adentro y abajo de todo, las entrañas claman o susurran, el espíritu libre reclamará su derecho al albedrío y se erigirá contrario y enemigo de todo falso supuesto, de toda vacuidad y toda ideología que pretenda imponer su ley por sobre la verdad individual
algunos quizá debamos comer ese guiso frío lleno de hostias, con cada cucharada pido claridad a mi intelecto vapuleado, por no caer en la garra de la venganza, esa terca entrometida que no ofrece agua al sediento